¿De qué depende la felicidad?

Según muchas definiciones básicas, la felicidad es un estado anímico que experimentamos cuando sentimos que hemos alcanzado uno o varios logros, es decir, bajo este concepto, la felicidad está ligada a la auto realización. Y aunque existen muchos elementos que conforman la felicidad, uno que suele pasar por debajo de la mesa, es la congruencia.

Sí, quién lo diría... La congruencia tiene acción directa sobre la felicidad, ya que genera seguridad y paz, no sólo después de alcanzar una meta, sino durante el proceso de realización de la misma. Y acá me atrevo hacer una fina e importante corrección acerca de las definiciones generales que existen acerca de la felicidad, y es que, para ser felices debemos obligatoriamente perseguir algo y alcanzarlo, cuando en realidad lo principal para ser felices, es ser congruentes.

Y no digo que trabajar por algo y obtener un resultado no nos genere felicidad, sin embargo, solemos cometer el error de condicionar nuestra felicidad a cosas externas, y a veces, después de trabajar mucho por algo y obtenerlo, deberíamos sentirnos en auto realización, armonía, paz, alegría, y sigue faltando "algo".



Es en ese momento en el que nos fijamos otra meta para "completar" el trabajo y finalmente sentir eso que nos faltó.

Ahora bien, la congruencia es la relación coherente entre varias elementos. Aplicado al ser, podríamos decir que la congruencia radica en tener coherencia entre las tres fuerzas primordiales del individuo, pensamientos, emociones/sentimientos y conductas.

Y lo vemos claramente mediante nuestro lenguaje, cuando decimos algo contrario a lo que hacemos o sentimos. Ser congruentes se trata de que nuestros pensamientos, emociones y conducta tengan una misma dirección energética.

Por ejemplo, cuando queremos lograr el éxito en un puesto de trabajo y enfocamos nuestros pensamientos a lo bueno que sería ese puesto para nosotros, inclusive nos visualizamos en él, pero nuestro sentir flaquea y la emoción predominante es negativa, aunque nos esforcemos conductualmente, será de suma dificultad obtenerlo. Entonces tendríamos que trabajar el doble y hasta el triple para ver la meta materializada. Bien, digamos que alcanzamos (después de una largo esfuerzo) la obtención del cargo de trabajo que deseábamos; si aún nuestra emoción es negativa y flaquea, seguirá faltando ese "algo" que les comentaba antes, y que bloquearía la auto realización, paz, alegría. En este caso, se traduciría como seguridad en si mismo. Este tal vez sea el motivo de que la ley de atracción no funcione con todas las cosas que queremos materializar, ya que el sentir, juega un papel primordial.

Y lo mismo ocurre cuando es la conducta o los pensamientos los que tienen una linea energética negativa con relación a lo que sentimos.

Ahora, qué ocurre cuando pensamos que algo negativo puede ocurrir. Si nos asusta la idea y sentimos miedo, probablemente actuemos determinados por pesos pensamientos, sentimientos negativos, y también, probablemente, terminemos manifestando justo eso que no queremos.


Un buen ejemplo para esta manifestación negativa y que por consecuencia nos hace infelices se muestra en las personas que temen envejecer, ya que el envejecimiento se asocia erróneamente con la pérdida de belleza.

Al tener pensamientos y/o creencias negativas con relación al envejecimiento, conjugan esos pensamientos con emociones también de carácter negativo, miedo, ansiedad, tristeza, etc. Lo que viene luego es someterse a muchos costosos tratamientos de belleza. No estoy indicando que el cuidado personal y/o estético sea malo, sólo que toda acción que se hace a través de emociones y pensamientos negativos, no nos darán un resultado positivo. Este es un caso de manifestación de lo que no deseamos, pero tiene en congruencia todos los elementos para ser materializado.

La solución está en poner sumo, atención consciente y auto observación, en nuestros pensamientos, emociones/sentimientos y actos. Para poder darnos cuenta de nuestras paradojas internas, es decir, nuestra propia falta de coherencia. Una vez que logremos visualizar la dirección de nuestros pensamientos, emociones y actos, lo que sigue es poner orden y transformarlos al lado positivo. Parte de ser congruente radica en tener siempre una dirección energética positiva, justamente porque las cargas energéticas negativas, sólo pueden dañarnos. Será entonces cuando vibremos en positivo, que podremos experimentar la felicidad y la plenitud.

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